Jefté Toj
El Cementerio General fue inaugurado oficialmente el 7 de enero de 1882, en los terrenos que se conocieron como “los Cerritos” de la Finca los “Los Guayabales” y que después de 1865 pasaron a formar parte de la finca que se conoció con el nombre de “Potrero de García”, terrenos que en el pasado había formado parte de la ciudad Maya de Kaminal Juyu.
Los orígenes del Cementerio General no se remonta solo a su construcción, el verdadero origen del cementerio se inició cuando fueron comisionados Joaquín Yela quien era el Decano de la Facultad de Medicina, Miguel Saravia, Sub Jefe Político y el señor Luis Asturias, fue en estas tres personas en quienes el gobierno descanso la responsabilidad para que eligieran los terrenos en que se debía construir un nuevo cementerio, originalmente esta comisión había elegido los terrenos que se encontraban en la parte oriente del que entonces se le conocía como camino del Guarda Viejo, (hoy Avenida Bolívar en la zona 8 de la ciudad) sin embargo hubieron dos aspectos que eliminaron esa primer opción, la primera de ellas, debido a que la población se encontraba expandiéndose rápidamente dentro del sector y la segunda que fue la más importante, es que derivado a la topografía de los terrenos visualizaron y anticiparon problemas de filtración de agua en los terrenos debido a que en ese entonces por allí se encontraban trazados los afluentes del rio Pansalic que llevaban el agua hasta el Acueducto de Pinula, lo que haría que se originaran filtraciones a las sepulturas y causaría problemas sanitarios posteriores.
Lo anterior, hizo que la comisión buscara otras opciones, por lo que opto por recomendar los terrenos del "Potrero de García", los cuales eran propiedad del Hospital San Juan de Dios, debido a que el mismo gobierno se los había adjudicado, por lo que para darle amplitud al nuevo cementerio se decidió comprar una porción más de terrenos conformado por una extensión de 12 manzanas, los cuales corresponden al área que en esa época ya se conocía como “la Isla”, terrenos que la comisión considero que eran perfectos porque quedaban aislados de la ciudad pero además porque había un barraco de 200 varas de ancho y 40 varas de profundidad, lo cual le daba la perfección a los terrenos, que podían ser destinados para efectuar las inhumaciones en propia tierra.
La construcción del Cementerio se inició en el mes de Noviembre del año de 1880, a cargo de los ingenieros Alejandro Prieto y B. Romualdo Piatkowsky en una área de 2 caballerías y extensión de 800 metros de frente por 400 de fondo, en un área total de 320,000 metros cuadrados y su construcción fue obra de Luis Monzón, algunos de los aspectos que incluyo la construcción original del cementerio fue; la construcción de seis fuentes circulares de Agua, construidas en piedra labrada las cuales fueron de trece varas de diámetro, las cuales eran surtidas de agua por medio de tubería de hierro desde un pozo que se construyó de ocho varas de profundidad, el cual operaba por medio de una bomba.
Así mismo, hacia el lado Norte, se construyó una edificación que originalmente se destinó para vivienda de empleados del Cementerio, con espacios para caballerizas, cocheras, almacenes y depósito de forrajes, la entrada principal o pórtico principal fue construido en piedra de granito canteada diseñado por Romualdo Piatkowsky, sus medidas originales fueron de trece varas de alto cuatro varas u media de ancho, con dos arcos a sus costados de nueve varas de alto, la puerta original fue fabricada en hierro y fue hecha en el extranjero desde donde se trajo para su instalación, en la parte frontal hacia el norte se construyó la capilla y hacia el sur dos salas, una que se le denomino sala de duelo y la otra sala mortuoria que era un lugar donde se depositaban los cadáveres antes de darles sepultura, en la actualidad estas dos salas fueron convertidas en oficinas administrativas.
Se describe que el cementerio fue inaugurado oficialmente, debido a que, aunque no se había inaugurado, se utilizó por primera vez el 1 de Julio de 1881, fecha en que se realizó el entierro del señor Ignacio Zamora, cuyos restos fueron los primeros que albergaron al Nuevo Cementerio General.
Con la Inauguración del nuevo Cementerio, al que para entonces ya se le llamaba “Antiguo o Viejo Cementerio de San Juan de Dios” que había funcionado por un periodo de cincuenta años, se ordenó que fuera clausurado en forma definitiva por orden del Presidente Justo Rufino Barrios, por lo que se otorgó un plazo adecuado para recibir las reclamaciones de las lápidas de ese nuevo cementerio, lo cual fue comunicado a los familiares por medio de avisos de prensa, sin embargo muy pocas personas respondieron a los anuncios, para realizar el traslado de los restos de sus parientes al nuevo Cementerio, los casos de las familias que no se presentaron para el reclamo de los restos y de las lapidas de sus familiares, por medio de una orden emitida el 31 de mayo de 1886, fueron puestas a la venta.
Posteriormente a ser el traslado total de los restos que se encontraban en el Cementerio San Juan de Dios, se procedió años más tarde a utilizar los terrenos para ampliar las instalaciones del hospital San Juan de Dios y a la construcción en el año de 1890 del Asilo de Dementes.
Originalmente la distribución del Cementerio de la siguiente forma, la sección o terrenos del fondo cercanos a “la Isla” para efectuar inhumaciones en propia tierra, los cuales mayoritariamente eran destinados para personas de menores recursos económicos o para “los pobres”, mientras la parte principal del cementerio se destinó para la construcción de Mausoleos y Jardines que se les llamo “preferentes” donde se enterraban a las personas de mejor o con capacidad económico superior “los Ricos”.
Sin embargo para el año de 1886, las áreas para las inhumaciones de los pobres ya se habían llenado, por lo que se debió construir un puente para poder acceder a los terrenos que se le llama “la Isla” con el fin de que en esos terrenos se continuaran realizando inhumaciones para personas de menor capacidad económica, sin embargo fue en ese mismo año en que se ordenó que fueran construidas unas galerías en la parte frontal del cementerio tras el muro perimetral para que en ellos se pudieran realizar inhumaciones de personas de nivel medio económico, basando en un decreto del año de 1879 en el cual se autorizaba que pudieran fabricarse nichos en los muros de los cementerios.
Algunos pocos muros, galerías de nichos, y algunos mausoleos que aún se encontraban en dichos terrenos que habían quedado del Viejo Cementerio del Hospital San Juan de Dios, fueron destruidos a causa de los terremotos ocurridos en Diciembre de 1917 y Enero de 1918, en el caso de los mausoleos con el primer terremoto en el mes de Diciembre de 1918 quedaron completamente destruidos, lo que hizo que quedaran al descubierto muchos restos de cadáveres, muchos de ellos las osamentas de víctimas de la epidemia de cólera que había causado su muerte en el año de 1857, estas osamentas por lo fuerte del terremoto se mezclaron con las osamentas de importantes personajes de la ciudad, los cuales debieron ser incinerados o quemados, ya que se tuvo el temor que nuevamente se iniciara una epidemia de Colera Morbus y se proliferara en toda la ciudad, perdiéndose con ello la posibilidad de recuperar osamentas de algunos personajes que hicieron aportes importantes a la ciudad.
Sin embargo algunas osamentas de personajes que se encontraban enterrados en el Cementerio San Juan de Dios, si pudieron ser trasladados al nuevo Cementerio General, entre ellos las osamentas de los jefes de estado, Mariano de Aycinena, Juan Antonio Martínez, Mariano Rivas Paz, Antonio Rivera Cabezas, Venancio López y Pedro Molina, además de otros ilustres personajes de años anteriores como el escritor José Batres Montufar, el prócer Miguel Larreinaga, el Mariscal Francisco Cáscara, Dolores Bedoya de Molina.
En la construcción del nuevo Cementerio, se construyó una galería subterránea, la sección de párvulos y de fábrica media, el Panteón Español, el Panteón Chino, el Cementerio Israelita, y La Isla, en cuyo sector se edificaron dos capillas de arquitectura gótica, en las que se daba sepultura a las Hermanas de la Caridad.
Tal y como es en la actualidad a su inauguración el nuevo Cementerio General, conto con un monumental frontispicio y con un amplio corredor y calle en donde fueron sembrados cipreses llorones, y se construyeron majestuosos arcos de piedra, con grandes puertas de hierro con elevados arcos y columnas, habiendo del lado norte un salón utilizado para el duelo el cual fue decorado finamente de color negro con un lugar especial en la parte central para la colocación de los féretros cerca la tribuna de los oradores, y en el lado sur los edificios con galerías de nichos entramados para la inhumación de cadáveres.
En el año de 1885 se emitió la Ley de Cementerios, la que estableció que únicamente la directiva a cargo del Hospital General y esta como institución, era el encargado de la administración del Cementerio General y los demás cementerios quedaron a cargo de la administración de sus respectivas comunas.
Fue en el gobierno de José María Reyna Barrios cuando se ordenó en 1896 y por primera vez, que fueran sembradas especies como ciprés fúnebre, eucalipto, jacaranda y palmeras, luego de esa primer jardinización fue hasta el año de 1931 con la llegada al poder de Jorge Ubico que se realizó una nueva jardinización del Cementerio General a un costo de Veinte Mil Pesos.
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