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La crisis de los 20 se origina en la transición de juventud/adolescencia a la adultez, y sucede por la restructuración de metas, de círculos sociales, intereses generales y el choque con las expectativas que la sociedad, nuestras familias, o nosotros mismos hemos impuesto contra la realidad.
Genera sensaciones de estancamiento, ansiedad, el sentir que no somos suficientemente buenos o que todos los que están a nuestro alrededor van por encima de nuestras metas y proyectos.
Aunque no tenemos crisis solo a los 20, si no a lo largo de toda nuestra vida, la de los 20 es una de las etapas “trascendentales” en donde deberíamos trabajar en lo que queremos para el resto de nuestra vida.
El casarse, el obtener un buen empleo, la constante competencia de ver quien es más feliz, a quien le va mejor, quien tiene mejores cosas que mostrar, las mejores comidas, quien visita los mejores lugares y como esto empieza a afectar directamente la percepción de nosotros mismos ya que todo el alrededor pinta mejores realidades que la nuestra.
Las redes sociales han contribuido a elevar los estándares y conceptos que tenemos que tener de nosotros mismos, ya que el constante bombardeo de información, nos coloca modas y tendencias que constantemente nos disponemos a seguir, consciente o inconscientemente.
“El síndrome de la vida ocupada” es otro de los factores que contribuye no solo a la crisis de los 20 si no en la salud mental en general de las personas, este síndrome consiste en un ritmo de vida acelerado en donde la constante exigencia no hace llenarnos de responsabilidades a menudo para evitar el encuentro con la realidad.
Este término fue nombrado así por un grupo de investigadores de un centro de estudios de Glasgow (CPS research) en donde nuestro cuerpo actúa como mecanismo de defensa y como un espiral cada vez es más difícil salir de él.
La realidad social de Guatemala también contribuye en la salud mental de los jóvenes, la falta de empleo, la desigualdad, la corrupción, el machismo y en fin muchísimos problemas sociales que día a día han causado un impacto en nuestra personalidad y en la manera en que afrontamos nuestros desafíos.
El enfrentar la realidad no siempre nos resulta cómodo, pero siempre suele ser de mucho crecimiento y aprendizaje, como dijo Einstein “no se puede resolver un problema desde el mismo nivel de conciencia que se creó”.
El autoconocimiento es una de las bases para poder enfrentar las diferentes crisis de nuestra vida, esto tomado de la mano con la ayuda profesional, que nos guía en el proceso y nos ayuda a poder crecer de la manera más sana.
Aunque la crisis de los 20 es temporal, es importante conocerla para saber poder identificarla si la llegamos a experimentar, el cómo poder afrontarlo y a quien debemos acudir es parte fundamental para llegar a alcanzar un manejo de crisis, y que estas etapas de “avalanchas” nos ayuden a crecer como personas.
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